En el capítulo anterior veíamos que Joel Salatin ve en las objeciones que tantas personas ponen para empezar su emprendimiento agrícola excusas para no empezar. «No tengo tierra, no tengo tiempo suficiente, no tengo dinero para eso (pero sí para otras cosas)…» son frases que generalmente salen de la boca del que no está mucho por la tarea.
Puedes hacer muchas cosas sin poseer tierra y con muy pocos recursos. Lo primero no es poseer tierra sino adquirir el conocimiento. Lo primero no es comprar caros bebederos y un gallinero imponente: lo primero es que te familiarices con la cría de gallinas de una forma sencilla y barata. Que aprendas y que de hecho descubras si eso es verdaderamente lo tuyo. Ya tendrás tiempo de comprar tierra cuando tu experiencia te de las garantías que no te va a dar el poseer esta o aquella infraestructura.
Busca gente que haga lo mismo que tú quieres hacer y ofréceles tu ayuda «gratis» (bueno, no es gratis, tú te llevas el precioso aprendizaje para tu futuro emprendimiento). La universidad no es gratis, ni la pública siquiera, que exige pagos de tasas, libros y demás, por lo que si te suena exagerado eso de trabajar «gratis» para aprender lo que quieres convertir en tu profesión es que seguramente no sea lo tuyo. Dedícate a otra cosa si no estás dispuesto a pasar largas horas aprendiendo sin cobrar.
El capítulo 5 se titula: Inspecciona tu situación. Aquí va un rápido resumen.
Los hombres empiezan a perder gas algo antes de cumplir 50 años. Las mujeres, sin embargo, en esa época donde los hijos están ya criados sufren una inyección de vitalidad y de fuerza (que antes debían dedicar en grandes dosis a sus retoños). Sea como fuere, a partir de cierta edad uno necesita ciertos aliados. Salatin lo dice claro: por encima de los 50 alíate con gente más joven, que pueda hacer más trabajo físico que tú. Tú sé más director de orquesta capaz de guiar la savia nueva.
El padre de Joel solía decir: «La única cosa peor que empezar tarde es empezar nunca».
Sobre las finanzas: Salatin es consciente de que muchas personas que se interesan por el contenido de este libro son personas de mediana edad, ya no tienen 20 años. Pero sí tienen cierto patrimonio acumulado con la edad. Esto es una ventaja frente a la más tierna juventud que debes aprovechar. La mayor parte de las ideas descritas en este libro no requieren grandes ingresos sino creatividad, astucia y cruda energía humana.
El dinero que pongas en una explotación te va a rendir MUCHO MÁS si te asocias con una persona joven. «Si tienes más de 45 años este es tal vez el consejo más importante de este libro.»
Para recibir ayuda de calidad no se puede esperar tener jóvenes que ganen cuatro duros en malas condiciones. Si tienes hijos y quieres que te ayuden como esclavos, ahí tienes una generación que cuando crezca no querrá tener nada que ver con el campo. Por eso Salatin cuenta que a sus hijos siempre les han pagado un buen dinero por su trabajo en la finca.
Salatin opina que lo mejor que puede hacer una persona joven que quiere ser agricultor es aliarse con un agricultor mayor. Esa persona tiene un juicio que no se adquiere en los libros. La mejor experiencia la vas a tener al lado de quien lleva muchos años en el oficio. Busca a esa persona.
Analiza tu situación. Empieza con lo que tienes. ¿Un balcón? Siémbralo. ¿Un jardín? Ahí tienes tu primera huerta comercial. Aprovecha lo que tienes para ganar experiencia. olvida esa idea de que necesitas no sé cuantas hectáreas. Por otra parte, mira a tu alrededor. ¿Cómo puedes recibir ayuda de la gente que te rodea? Tal vez un primo que es ilustrador puede encargarse de tu logo.
No está mal pedir ayuda, al contrario, la interdependencia «es fuerza».